sábado, 12 de noviembre de 2016


Como docentes debemos siempre procurar mantener el interés de nuestros estudiantes y alentarlos a seguir adelante, debemos ser un impulso y no una piedra de tropiezo para su desarrollo.



miércoles, 2 de noviembre de 2016

sábado, 29 de octubre de 2016

jueves, 27 de octubre de 2016


Una buena explicación de las oraciones compuestas por yuxtaposición y coordinación.  


miércoles, 26 de octubre de 2016

lunes, 24 de octubre de 2016

El español de Costa Rica: entre el tuteo y el guatafoc

Artículo escrito por la filóloga Laura Flores, publicado en el 2011 en la revista electrónica Paquidermo.

Está claro que al español de Costa Rica hace rato lo quieren dolarizar, y está claro que un porcentaje nada despreciable de compatriotas pone mucho de su parte para que así sea. Sofocado por abreviaturas como OMG, WTF o LOL, y sodomizado por el esnobismo, sólo basta darse una vuelta por el “status” o el “profile” de la gente en el Feisbuk, o parar la oreja en la calle, en los buses, en globalpark, ultrapark y todos los park, para comprobar lo anterior.
Cuando pienso en el progresivo agringamiento del español de Costa Rica, me da por recordar uno de mis últimos viajes a una playa de Guanacaste, hace ya bastantes años.
Fue una experiencia bizarra, por no decir deprimente y premonitoria. Uno sabe que algo huele a podrido detrás de tantos campos de golf, hoteles cinco estrellas y haciendas pinillas; uno sospecha que detrás de esa fachada impecable y homogénea del ‘desarrollo’, hay segundos y terceros planos que valdría la pena considerar. Me pasa lo mismo con el tú y esa fijación por decirlo todo en inglés.
El territorio, o lo que queda de él, se va haciendo cada vez más pequeño detrás de tanto rótulo de 21 Century Real Estate, y uno, obligado a pagar en dólares para que lo traten más o menos decentemente, se acostumbra a tolerar la existencia de playas privadas donde es mejor tener un pasaporte de cualquier lugar del mundo –‘desarrollado’, of course– que una cédula de identidad hecha por el TSE.
No sé a ustedes, pero mi hígado colapsa cuando saludo y la gente me responde ¿Bien y tú?
Ese tú es un derechazo al bajo abdomen, igual que los rótulos y los precios impagables de muchos lugares en Guanacaste. Los mismos efectos devastadores me producen los locutores, los presentadores o las periodistas que, tuteando y hablando con modulación de Primer Impacto, anhelan llegar un día a reemplazar a las lagartijas reencauchadas con silicona de Al Rojo Vivo.
El español de Costa Rica, esa variedad con la cual me amamantaron y desde donde pronuncio la vida, se asemeja, cada vez más, a las playas de Guanacaste. Escuchar a parejas jóvenes tuteando a sus hijos y prometiendo llevarlos a Magdónal si pasan el año, es casi tan devastador como llegar a Tamarindo en temporada alta.
Encender canal 7 en la mañana y no toparse con psicopedagogas y predicadores-motivadores de Buen Día dando consejos en tú, es como pedir que en la playa de Montezuma haya una soda cuyos propietarios sean ticos y cuyos precios sean medianamente accesibles. Una quimera.
Me gustan las palabras y los textos; por algo estudié lo que estudié. Me gustan las palabras, no como objetos de museo, petrificados y hediondos a naftalina, o como sitios supuestamente sagrados y permanentemente amenazados por la supuesta perversión que traen los cambios.
Me gustan las palabras como lugares desde donde intentamos pronunciar la vida, los sinsentidos, las felicidades y las pérdidas. No creo en dar Brillo y Fulgor a nada, como pregona la Real Academia, pero le tengo un amor retorcido a este lugar en donde nací y crecí; le tengo cariño a la forma en que entendemos el mundo a través de nuestro español, variedad que es, por cierto, tremendamente rica y digna de análisis, como todas las variedades habladas en América Latina.
Quizás por deformación profesional me cuesta entender cómo, teniendo infinitas posibilidades expresivas, la gente en este país prefiere decir guatafoc (WTF), LOL, OMG, guaréber, ishiu, perfect, like, re-like, dislike, job, freezing, ir de shopping, bachelorette party, sale, christmas time, love you, bye, sorry, setlist, slices, baby shower…
Los ticos, muy dados a poner las nalgas en dirección al Norte, hacen fila en el blac fráidei, compran chompipes en el Auto Mercado para celebrar el tenksguíbin y prefieren decir LOL en vez del sonoro, escatológico, liberador y saludable cagarse de risa.
Otra abreviatura que se me clava en los oídos como se clavan los rótulos en nuestro Guanacaste arrasado y vendido al por mayor, es la famosa ‘guatafoc’ (WTF). Es maravilloso que la gente sea bilingüe, que maneje dos, tres o más idiomas; pero la maña de atravesar un término en inglés cada dos palabras es, para mí, un indicador de las aspiraciones, las fantasías y los complejos que tenemos con respecto a ese Norte angloparlante que miramos hacia arriba.
El otro día, por ejemplo, se sube una muchacha al vagón, probablemente universitaria y probablemente de clase media. Entre el tumulto y el pito incansable de un tren que luchaba para que los carros le dieran campo, la escucho contarle a su amiga las chanchadas de su ex novio: “Es que ese mae tiene un ishiu…”
¿Desde cuándo el patas vueltas que le dio vuelta tiene ishius en lugar de problemas, traumas, complejos, ofusques?
Podría seguir hablando y hablando, pero debo decir que más allá de los problemas hepáticos, psiquiátricos y filológicos que pueda generarme el uso cada vez más extendido del tuteo y la predilección por los anglicismos -problemas que tendré que encarar y resolver por mi lado-, ambos fenómenos son, finalmente, indicadores de cambios socioculturales que merecen tanta atención como la escasez de agua y la privatización de nuestras playas y de nuestra soberanía.


https://www.revistapaquidermo.com/archives/5165